¿Cómo se organiza la Masonería?

Una vez que hemos dado algunas de las razones filosóficas, sobre lo que es la Masonería, sus principios y sus fines, ahora nos ocuparemos sobre la organización, funcionamiento y soberanía de esa gran familia masónica.

 

Nuestra institución, se gobierna por medio de agrupaciones libres y autónomas en su interior; formadas por la unión o conjunto de las lo­gias de un Estado, una región o de un país, según su extensión territorial, mismas que en su administración asumen todos los poderes técnicos, orgánicos, jurídicos, de enseñanza y de suprema autoridad, dentro de los límites de sus respectivas jurisdicciones; estos cuerpos, organi­zados conforme a la jerarquía masónica que corresponde al simbolis­mo, se les da la denominación de Logias y Grandes Logias, cuya residencia oficial simbólica, lo son los Orientes y Grandes Orien­tes, respectivamente.

 

El funcionamiento de estos organismos masónicos, se ejerce por me­dio de la autoridad de los Venerables Maestros, por lo que respecta a las logias; y de los Grandes Maestros, cuando se trata de las Gran­des Logias, y como ya se dijo, se rigen con entera independencia, entre unos y otros cuerpos, pero obedeciendo tácitamente a sus propios regla­mentos, ceremoniales y demás leyes, siempre que estén de acuerdo con el contenido básico de los landmarcks, “antiguos limi­tes”, además de que se sujetarán para su legislación, a los principios universales, establecidos en sus respectivas constituciones, pues­tas en vigor por los altos cuerpos de su jurisdicción territorial.

La soberanía masónica, reside precisamente, como consecuencia de la universalidad de sus dogmas y principios, así como de la calidad y cantidad de sus agremiados, que como miembros activos, la consti­tuyen como agrupación mundial.

 

Esa soberanía se ejerce, de conformidad con la organización cons­titucional establecida, y cuyos principios fundamentales radican, como ya se dijo, en los antiguos limites universalmente aceptados y puestos en vigor, para regular las leyes constitucionales observadas por las gran­des logias de estado, y constituidas en autoridad suprema, por medio del sufragio fraternal universal, y sancionado por la espontánea y libre voluntad de sus miembros.

 

En tales circunstancias, las Logias Masónicas, son depositarias de arcanos, que contienen las enseñanzas filosóficas. Tomando en cuenta el simbolismo de los rituales adoptados; circunstancia por la cual, las altas dignidades tienen la ineludible obligación de desarro­llar, enseñar y practicar la parte moral y científica que contienen los planes de enseñanzas simbólicas, emblemáticas y ale­góricas, impartidas a los obreros, dentro y fuera de los Talleres de sus respectivas jurisdicciones, puesto que con ello se vela y se cumple con los grandes principios masónicos, que siempre le dan el buen nombre y fama dentro del engrandecimiento de los mismos, puesto que todo ello tiene por objeto mantener la integridad de sus máximas fines y principios, cuya universalidad es y será siempre innegable.

 

Por último haremos mención a la escala jerárquica a que tie­nen derecho los hermanos que. Por su constancia en el trabajo, reúnen los requisitos de preparación, experiencia y, aptitud en su ca­rrera masónica, y así, diremos que: en nuestra institución existen trein­ta y tres grados, de los cuales sólo tres corresponden a la Masonería Azul o simbólica, y el resto o sean treinta, a los grados filosóficos.

 

Al mismo tiempo, daremos a conocer la clasificación que se da a los distintos cuerpos masónicos, mismos que, según su categoría dentro de nuestra orden, y por lo que respecta al simbolismo, reciben el nom­bre de Logias, Templos o Talleres, y se encuentra consagrado a desarrollar los trabajos de los tres primeros grados.

 

Ya dijimos que a las logias simbólicas las controlan los cuerpos su­periores, a los que les damos la denominación de: Grandes Logias de Estado; estos altos organismos, son los que autorizan la creación, la regularización y el funcionamiento de las Logias, ade­más de que, todos los recintos o locales dentro de cuyo seno se desarro­llan los trabajos del simbolismo masónico en lo general, reciben el nombre de templos.

 

Por lo que respecta a los grados superiores; se encuentran clasificados y controlados por el más alto cuerpo masónico, desde el cuarto al treinta y tres; y sus denominaciones, varían de confor­midad con las enseñanzas que se imparten dentro de sus diferentes grados y así sabemos que: “el Capítulo de Perfección”, lleva como misión el desarrollo de los trabajos contenidos en los grados del cuarto al catorce; que el “Capitulo Rosa Cruz”, se encarga de impartir la instrucción correspondiente a los grados quince al die­ciocho; que el “Consejo de Caballeros Kadosch”, se dedica a enseñar las materias contenidas en los grados diecinueve al trein­ta; que el “Consistorio Regional”, es la cámara en la cual se dan a conocer las enseñanzas filosóficas comprendidas en los grados trein­ta y uno y treinta y dos; y por último, tenemos al “Supremo Consejo”, como el más alto cuerpo masónico en que se trabaja todo aquello que concierne a la Masonería filosófica y al grado 33, puesto que constituye la cúspide de la carrera Masónica, de donde emanan los más sublimes preceptos, principios y máximas con­tenidas en todos los grados, desde el cuarto al treinta y tres, cuya profunda filosofía, compete conocer a todos los hermanos iniciados desde el primero hasta el último grado.

 

En consecuencia, es el Supremo Consejo, la máxima autori­dad y la más alta dignidad masónica, dentro de los grados filo­sóficos, por cuya razón es el cuerpo que se encarga de la organización, administración e instrucción de los demás grados filosóficos en su respectiva jurisdicción, misma que puede ser todo un país o parte de él, según las necesidades de carácter administrativo, en que hay que tomar en cuenta las grandes extensiones territoriales.

 

Tal es en síntesis, el objeto de la organización, el sistema de funcio­namiento, las principales finalidades que la Masonería simbólica y filo­sófica practica y propaga, no sólo entre sus miembros, sino a la huma­nidad en general.